Oda
terrible a de ejercer
Mi
mano si no sabe escribir
Pero
tengo mano, y en mi mano
El
corazón imprime su pretensión
Infinita
de alcanzar a sentir su belleza.
He visto tu carita iluminarse
Con las primeras luces del día,
Una corona de hojas verdes
Te asistía y el cielo se abría
Como un mar, como una laguna
Para que posaras tu imagen infinita.
Para acercarme;
Yo me derramo en las hojas de tu
corona,
Una selva húmeda y vaporosa que se
confunde
Con tu cabellera.
Sobre una amalgama de fondos tenues
Sale el sol y es como una insignia
Que brilla emergiendo de las
profundidades
De un mar acogedor y sereno;
Su reflejo es de agua, de armiño,
Una moneda en tu frente
Un cáliz, un pedazo de luz.
Por el camino que ha marcado la brisa
esta mañana
Por la huella de la frescura en tu piel
Salgo a recorrerte.
Salgo de tus cabellos de chocolate
Salgo por tus rulos.
Como un malabarista
Salto de tus hebras negras
Atraído por cierta frescura.
Salgo hacia la substancia
Reblandecida de tu piel
Una fuente inagotable
De dulzura y suavidad,
Un enjambre color del resol
En la tarde nacarada,
Así es tu piel.
Fresco néctar embebiéndome,
Dulce jugo de tu belleza
Cauce marino y celestial
Hacia tus encendidos ojos
Un túnel de luz sobre tus pupilas.
Y es caer sobre la sutil espesura
De tus cejas. Caer y perderse
Sobre tus parpados plenos de tersura
En una inundada sombra
Que se marca sobre tus ojos
Bordeando tus pestañas.
Tus pestañas, un abanico disperso
Que irradia amplio caudal de ensueño
Figuras morenas sobre tus ojos
Yo percibo una elevada forma
De mirar a través de ellos.
Yo te percibo y te siento
En tu alta figura,
En tu semblante de fina gama
Como un fruto delicioso y redondo
Quisiera recorrerte con mis besos.
No me cansaría de seguir la trayectoria
de tus mejillas
Marcadas con el color del pan recién
horneado
Un pan dulce y prominente
Premiado con el sabor de un suave
bizcocho
El delirio de mi boca para recorrerte
hasta alcanzar
El lóbulo de tu oreja.
Tu nariz redondita como unas pompas de
jabón
Como unas burbujas en la leche recién
hervida
Detenidas en tu rostro como en un
estanque de agua pura
Y clara como la leche recién ordeñada
Unos labios que junto a tus ojos hacen
el cielo más humano
Donde percibes la paz que se llena de
una imagen efusiva
Y entrañable.
Labios color carmín, labios carnosos
Labios encantadoramente sencillos,
Como dos hogazas salidas de la misma
masa,
Andan juntos y cerrados
Hasta que llega el beso que deposita
Su devoción por ellos.
Tus lunares como dos joyas negras
Como dos aceitunas apenas ostensibles
Se reciben de tu boca y salen a decorar
tus labios rojos.
Tu sonrisa la escritura perfecta de la
diafanidad,
Recorrer tu sonrisa es recorrer desde
la comisura de labios
Y seguir la trayectoria por unas formas
serpenteadas
Con una femineidad dócil.
Tu mentón, amplio, firme extenso hacia
los lados
Perdiéndose en dos hoyuelos a los
costados
De tu sonrisa.
Tu cuello, camino llano hacia el cielo
de tu piel.
Y luego volver
A la distancia entre tus cejas
Una infinita luz para seguir mi marcha
sin fin sobre tu rostro
Pero yo he recibido de tu frente el
crepúsculo
Plantado de estrellas
Que anoche se tejió en tus mechones
Mientras caminabas por el desvío.
Y han venido a mí ahora
Esos aires evocadores
Que suspiran tu belleza
Refrescando mi memoria.
Ese mirarme en tu pupila
Mientras la noche te mecía
Bajo la voz cantante
Y tú, apoyada sobre tu mano
Me mirabas con encantadora mirada
Que llenaba mis ojos de alegría.
Mírate en mis palabras como en un
espejo
Transparente que refleja la
transparencia de tu belleza.
Y en ésta y en todas
Las noches etéreas
Permíteme homenajearle
Con esta oda frenética
A tu carita dulce.
5
de julio, 14:20
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